domingo, 6 de marzo de 2011

Mujeres y hombres, igualdad muy desigual

El 8 de marzo es el día de la mujer trabajadora, un día en el que se conmemora la lucha de la mujer por la igualdad en la sociedad frente a los hombres.
Resulta que este año, además, se celebra el centenario ya que fue en 1911 (19 de marzo) cuando se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer. Sin embargo, no sería esta celebración, sino un desgraciado suceso que aconteció algunos días después (25 de marzo) en una fábrica de Nueva York, donde murieron 140 mujeres en un incendio a causa de las penosas condiciones de trabajo, lo que dio el pistoletazo de salida a las reivindicaciones femeninas.
Pero, desgraciadamente, después de estos cien años de demandas, de dos mil y pico de nuestra era, de miles y miles desde que existe el ser humano, seguimos en la pelea.
 No puedo decir que “en las mismas”, ya que desde luego hemos avanzado mucho para quitarnos de encima el yugo masculino, pero todavía vemos que las diferencias sociales siguen siendo abrumadoras. Baste un ejemplo, que a mí, desde luego, me pone de muy mal humor: En la U.E.,  las féminas ganan un 17% menos que sus colegas varones. Y, ¿para que vamos a contar los problemas para la conciliación familiar, la igualdad de oportunidades en el trabajo… y ese largo etcétera que aún nos separa de nuestros ‘rivales’ masculinos?
 Y esto es en el Primer Mundo, porque si analizamos los ‘no derechos’ de las mujeres del Tercero,  los pelos se nos ponen de punta: burka, niqab, chadoro cualquiera de las prendas que emplean las islámicas hablan por sí mismas, pero no son la únicas muestras de la opresión. Aún en el tan cacareado tercer milenio sigue existiendo, como una de las prácticas más crueles realizada por los hombres y disfrazada de cultura ancestral, la ablación del clítoris. No voy a enumerar tantas y tantas cosas que quedan por hacer. Realmente, todos lo sabemos, pero pertenecemos a una sociedad en la que las cosas que no interesan mucho van despacio.
 Aún nos gobiernan muchos hombres, pero quizá no son solo ellos los culpables… Las mujeres llevamos metido en nuestro disco duro siglos y siglos de sumisión al hombre, limpiar todas esas telarañas en cada una de nosotras exige tiempo. Me viene a la memoria las palabras de una conocida mía, una señora de muy buena familia, que recriminó a su hijo porque el nieto que le acababa de dar era una niña. “Es una pena, ¿y ahora quien va a continuar nuestras saga? –se preguntó aquella mujer-”. Yo, al oírlo, me quedé flipada.