miércoles, 30 de diciembre de 2015

El lado oscuro del 'ángel de la guarda'

Hoy quiero hablaros del lado oscuro del sistema de llamada de emergencia en los nuevos automóviles -popularmente llamado ya ángel de la guarda-. Ya sabéis, me refiero a esa tecnología que avisa automáticamente al 112 si has tenido un accidente para que gestione la ayuda necesaria.
Seguramente habréis visto el anuncio de Opel en TV, ese en el que el coche se choca contra un árbol y cuando los pasajeros escuchan la voz anunciando que llega la ayuda la celebran como de 'ángel de la guarda'. (En esta dirección de youtube lo podéis recordar).

Pues bien yo quería contaros qué ese sistema que nos puede salvar la vida también tiene su lado oscuro porque dicha tecnología está provista de una tarjeta SIM, que es propiedad de la marca de tu coche, y que envía miles de datos a 'no se sabe bien donde' y por consiguiente tampoco está muy claro qué se hace con ellos. Esos datos saben dónde está el vehículo en cada momento, a qué velocidad circula, cuántos pasajeros van a bordo, si hay algún problema mecánico...

Este sistema ya se implementa en muchísimos automóviles nuevos y en unos meses será obligatorio en todos. Y desde luego es una tecnología que puede salvarnos las vida, pero... ¿qué pasa con nuestro derecho a la intimidad durante los demás días? ¿Qué se hacen con todos nuestros datos recopilados? La respuesta es cuanto menos inquietante.

¿CONTROLADOS?, LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN
Buscando información sobre esto, me topé con otro tema que según iba adentrándome en la historia se me iban poniendo los pelos de punta porque esto que te cuento del coche es 'pecata minuta' comparado con lo que hacen y pueden hacer los gobiernos, democráticos o no, con la tecnología que nos vigila. Escribí el reportaje para bez.es y si quieres echar un vistazo, lo tienes aquí. Se titula: ¿Controlados?, la realidad supera la ficción. Con este título ya te puedes imaginar.

sábado, 5 de diciembre de 2015

¿De verdad no nos gusta la Navidad?

Ya en los primeros días de diciembre empiezo a oír la misma cantinela cuando se alude a las fiestas de Navidad. “A ver si pasan pronto”, “no me apetece nada”, “me aburren”, “me ponen triste”...

A mí se me ocurren algunas razones por las que pueden no gustarnos las fiestas de Navidad. Para empezar, la más obvia, porque recordamos a nuestros seres queridos que ya no están y con quienes no podemos celebrarlas. Esto hay que analizarlo bien, porque nuestros seres queridos que ya se han ido, han faltado de nuestras celebraciones y de nuestro día a día durante todos los días del año, pero nunca he oído a nadie decir: “no me gusta el mes de agosto porque me acuerdo de los veraneos con mis abuelos”, por ejemplo.  O, “no me gusta ir de boda porque recuerdo a mis padres en la mía”. Os invito a reflexionar sobre estos ejemplos.

Hay otra cuestión en el aire que además está muy ligada al componente religioso de estas fiestas y que, creyente o no, lo sentimos dentro: ¿Y si no nos gusta la Navidad porque se nos agita la conciencia? Es decir, que nos damos cuenta de que ha pasado ya un año desde que nos propusimos dejar de fumar, ir al gimnasio, adelgazar cuatro kilos, aprender inglés… o, simplemente, ser mejores personas, y no lo hemos cumplido. ¿Y si es por eso por lo que nos ponemos tristes?

También se me ocurre que no nos gustan estas fiestas porque parece que se nos invita a ser mejores y eso a veces rasca el alma, porque en estos días tenemos que ir a ver a esa tía anciana que está en una residencia, que no hemos visitado en todo el año y ahora tampoco nos apetece pero parece obligado, o porque por todas partes nos piden caridad y generosidad para los menos afortunados. O porque recordamos que nuestra vena solidaria está más muerta que viva y nos excusamos en que la crisis nos tiene sin blanca… Sí, esos son otros motivos por los que no nos debe gustar la Navidad.

Claro, que también, y después de esta reflexión pienso que lo mismo eso de decir que no nos gusta la Navidad es todo un postureo, una pose que queda bien. Porque, de momento, no he visto a nadie que renuncie a los días de fiesta, a los regalos, a las comilonas, beberías y demás celebraciones que conllevan estas fechas.  


En fin, que como siempre, terminamos el años despotricando pero, eso sí, con una buena copa de champán y algún que otro langostino o trocito de turrón que llevarnos a la boca

----- Este post lo escribí en la Navidad de 2013 pero ahora me apetece recuperarlo, creo que sigue estando muy vigente. ¿A ti que te parece? Dame tu opinión, por favor.  

sábado, 7 de noviembre de 2015

Hasta el moño del exceso de información

Antes los periódicos de papel tenían un límite físico a la hora de dar información y seleccionaban muy bien qué querían contar a sus lectores, pero ahora los diarios online son como un saco sin fondo en el que la cantidad prima sobre la calidad muchas veces.

He publicado en bez.es, un nuevo diario online que ya pega fuerte, un artículo sobre la 'Infoxicación', es decir, el exceso de información al que estamos sometidos diariamente 'por culpa' de las redes sociales, las mil y una página de internet, el whatsapp, el correo electrónico...

Si te interesa este tema, te invito a que eches un vistazo a este artículo:
'Infoxicación', la epidemia del siglo XXI'

jueves, 8 de octubre de 2015

La crítica genial de Quino a la crisis de valores

Me llega por internet una reflexión en forma de viñetas firmada por el genial Quino, el caricaturista argentino autor de Mafalda, en la que retrata el rumbo que está tomando el mundo en cuanto a valores y educación. Una crítica genial al mundo de hoy en día que nos debería hacer pensar.
Adjunto las imágenes por si alguien no las ha visto.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

¡¡Llega septiembre!! ¡¡que no cunda el pánico!!

Desde pequeña que llegará septiembre era para mí como si viniera el coco o algo así. Esa fatídica fecha significaba que había que volver al cole, se acababa un largo y divertido verano en el que mis únicas preocupaciones eran qué me iba a poner mi madre de merienda o de qué color iba a ser mi nuevo pantalón corto.
Pero, en cuanto al calendario se le cambiaba la hoja ya había que hablar de uniformes en vez de bañadores, de carteras en vez de flotadores, de deberes en vez de castillos de arena. Así, fui creciendo y aborreciendo el mes de septiembre.
Al llegar a la edad adulta, que llegara septiembre no significaba necesariamente la vuelta a trabajar, a veces llevaba ya varias semanas en el tajo después de disfrutar mis vacaciones al principio del verano. Pero sí significaban cambios de organización, nuevos proyectos, distintos cometidos…

La verdad es que en los años de bonanza todos estos cambios solían ser para bien. Se ideaban nuevas secciones, se nos daba alguna competencia más, se reorganizaba el trabajo…


Sin embargo, en los años de crisis el mes de septiembre se volvió un coco. Los jefes vuelven a sus corbata anudadas hasta que los congojos se les salen por la boca mientras los empleados aprietan los dientes, fruncen el ceño e intentan pasar desapercibidos, no para escaquearse de la nueva montaña de trabajo que les va a caer, sino para que no les toque la varita mágica del ERE de turno o del traslado obligado.


Seamos positivos
y para que nada oscurezca la vuelta a la rutina aquí te dejo algunas claves para sobrellevar el mes de septiembre que he publicado en un reportaje en Yellowbreak: Llega septiembre, ¡qué no cunda el pánico!

lunes, 17 de agosto de 2015

¿Qué hay detrás de un maltratador o un infanticida? Locura, desde luego no

En los últimos días estamos conociendo demasiados casos de hombres que matan a sus parejas y de padres que asesinan a sus hijos como si de una plaga se tratase.

He estado buscando en internet la opinión de personas autorizadas que me puedan explicar -si es que tiene explicación- ¿qué pasa por la cabeza del maltratador que da rienda suelta a sus frustraciones dando una paliza a su mujer o de ese progenitor que es capaz de segar la vida de pequeños inocentes?  Porque yo no creo que se trate de acciones aisladas o de personas que hayan perdido el juicio.

En mi pequeña investigación he encontrado varias afirmaciones de psicólogos que atribuyen este comportamiento a venganza (por ejemplo en el caso de los hijos) hacia su pareja. Como diría aquel 'Ni para ti, ni para mí'.

Otros dicen que es una forma de 'proteger' a los hijos de un entorno difícil en el que vive el padre o la madre. 'No quiero que mis hijos pasen por lo que yo estoy pasando' podría decirse a sí mismo el autor de infanticidio.

Hay algunas respuestas más como: ira, frustración, depresión... En fin, una triste lista que acaba con la vida de muchos inocentes. Pero mi pregunta sigue sin respuesta, incluso después de leer las afirmaciones de diferente psicólogo. ¿Qué le lleva a un padre a cometer tal atrocidad?


¿Qué papel juega en todo esto la perdida de la moralidad o la crisis de valores? Seguro que también tiene mucho que ver, pero además me ronda una idea en la cabeza, ¿absurda?, puede: ¿Y si los maltratadores se envalentonan porque ven que como su caso hay muchos? 'Si este lo hace ¿por qué yo no?' podrían decirse. 

jueves, 30 de julio de 2015

Respetar lo ajeno, una cuestión de cultura y educación

Reflexionando sobre por qué pasa en nuestro país lo que pasa, me refiero a la corrupción no solo de políticos, sino también de grandes empresarios... me viene a la memoria una cosa que le pasó a una amiga mía española que vive en Alemania en la ciudad de Ingolstadt.

Resulta que a los pocos meses de llegar a su nuevo destino en el trabajo perdió el portátil. Por supuesto, y acostumbrada a los hábitos patrios, se apenó, le dio rabia, lo superó y se olvidó. Sin embargo, unas semanas después un amigo alemán le aconsejó que fuera a 'Objetos Perdidos', un lugar perteneciente al Ayuntamiento de la ciudad, que igual estaba allí.

Mi amiga, con poca fe, le hizo caso. Y... allí estaba. El portátil que alguien había encontrado en el banco del parque donde a ella se le olvidó y se había molestado en llevar a 'Objetos Perdidos'.

Esto es solo un ejemplo de como la cultura, la educación y la moral hacen mucho por una sociedad. Una cultura que en España no tenemos. No sé si es que la hemos perdido o simplemente es esencia mediterránea.

A mí lo que me apena es que aunque nos pusiéramos a trabajar ahora mismo en restituir estos valores pasarían mucho años hasta que comprendiéramos todos que hay que respetar lo ajeno en cualquier orden de la vida.

Ojo, que hablo en general, que personas honradas también hay en este país. Lo que pasa es que se prodigan muy poco.