miércoles, 2 de septiembre de 2015

¡¡Llega septiembre!! ¡¡que no cunda el pánico!!

Desde pequeña que llegará septiembre era para mí como si viniera el coco o algo así. Esa fatídica fecha significaba que había que volver al cole, se acababa un largo y divertido verano en el que mis únicas preocupaciones eran qué me iba a poner mi madre de merienda o de qué color iba a ser mi nuevo pantalón corto.
Pero, en cuanto al calendario se le cambiaba la hoja ya había que hablar de uniformes en vez de bañadores, de carteras en vez de flotadores, de deberes en vez de castillos de arena. Así, fui creciendo y aborreciendo el mes de septiembre.
Al llegar a la edad adulta, que llegara septiembre no significaba necesariamente la vuelta a trabajar, a veces llevaba ya varias semanas en el tajo después de disfrutar mis vacaciones al principio del verano. Pero sí significaban cambios de organización, nuevos proyectos, distintos cometidos…

La verdad es que en los años de bonanza todos estos cambios solían ser para bien. Se ideaban nuevas secciones, se nos daba alguna competencia más, se reorganizaba el trabajo…


Sin embargo, en los años de crisis el mes de septiembre se volvió un coco. Los jefes vuelven a sus corbata anudadas hasta que los congojos se les salen por la boca mientras los empleados aprietan los dientes, fruncen el ceño e intentan pasar desapercibidos, no para escaquearse de la nueva montaña de trabajo que les va a caer, sino para que no les toque la varita mágica del ERE de turno o del traslado obligado.


Seamos positivos
y para que nada oscurezca la vuelta a la rutina aquí te dejo algunas claves para sobrellevar el mes de septiembre que he publicado en un reportaje en Yellowbreak: Llega septiembre, ¡qué no cunda el pánico!