miércoles, 7 de octubre de 2020

Nuestra democracia tiene que pasar por el quirófano

Nuestra democracia tiene que pasar por el quirófano. Y no para hacerse un lifting sino para operarse de un grave tumor, el cáncer que se llama ‘tú me votas y yo hago lo que quiero’ y que, por desgracia, es bastante frecuente. Por suerte, nuestra democracia ya es mayor de edad y muy madura  y le podemos decir toda la verdad: que está gravemente enferma pero que hay esperanza.  
Hay que decirle que se debe someter a un revulsivo tratamiento para que el virus de la corrupción deje de atacar a nuestros políticos, que tiene que seguir una dieta estricta porque últimamente se ha estado alimentando con la comida basura de la mentira y la especulación, que debe alejarse de las radiaciones contaminantes que la envenenan con demagogia… que puede ser un duro tratamiento pero que es necesario porque no queremos que se muera.
Es lo mejor que tenemos, porque sabemos lo que es no tenerla. Pero tiene que enfrentarse a la dura realidad con valentía y determinación y tiene que volverse fuerte, clara, transparente… porque si no esta enfermedad podría acabar con ella.  Políticos y ciudadanos, ciudadanos y políticos, todos podemos iniciar la operación… El que no esté preparado que se marche, pero el que se quede que se comprometa. No más mentiras.