jueves, 24 de marzo de 2011

El juego en el que quien vota no siempre tiene la última palabra.

Resulta que Zapatero llegó al poder gracias a la guerra, a la que apoyó Aznar en Irak de la mano de Bush, una guerra que tanto miedo dio a los españoles tras los atentados del 11 de marzo que dio un vuelco en el marcador y lanzó a nuestro actual presidente a lo más alto de la política nacional.

Pues bien, ahora y después de haber oído hasta la saciedad al propio PSOE eso de 'no a la guerra' con ecos de 'OTAN de entrada, no', que esgrimió González en sus mejores discursos, pues ahora, digo, Zapatero no tiene el menor reparo en colocarnos en la contienda de Libia y eso si pasamos por alto todos estos años en Afganistan. Lo malo es que además de creer que somos tontos nos disfraza la maniobra de solidaridad y acción humanitaria. Lo dicho, cree que somos tontos. ¿Lo somos?

Me da miedo la respuesta. Aunque la realidad es mucho más sencilla, una cosa es lo que se dice desde la oposición para quedar bien, para ser políticamente correcto, y otra muy distinta es lo que se tiene que hacer desde el gobierno para poder bailarle el agua a tal o cual aliado que luego ya nos devolverá de alguna manera el favor. No, no somos tontos, jugamos a un juego en el que quien vota no siempre tiene la última palabra.