lunes, 27 de diciembre de 2010

Los propósitos para el nuevo año

Según se inicia un año nuevo –también nos pasa cuando volvemos de vacaciones- nos hacemos una larga lista de propósitos para la nueva temporada. Que si dejar de fumar (esto va a ser fácil este año), que si apuntarnos a un curso de inglés, que si volver al gimnasio, que si empezar el régimen… Sin embargo, pocas veces nos proponemos algo que mejoraría mucho nuestra vida, el ser un poco mejores.
Pero no me refiero a que nos apuntemos a una ONG o nos hagamos socios de alguna organización solidaria –que también-. Me refiero a que entre nuestros propósitos para el nuevo año deberíamos incluir acciones sencilla que mejorarían nuestro día a día y también el de la gente que tenemos más cerca y, quien sabe, si granito a granito conseguiríamos de verdad un mundo mejor.
Así, por ejemplo, se me ocurre como propósitos para el nuevo año:
1.-Intentar ser más amables con esos familiares pesados que nos encrespan, con esos compañeros de trabajo que no aguantamos, con esos vecinos insoportables…
2.-Vencer la pereza que nos impide cumplir con nuestras obligaciones.  Limitar los cafés y los cigarritos para escaquearnos del trabajo, dejar de inventarnos reuniones para no llegar a buscar a los niños al colegio o a recoger la compra, o excusas para no visitar a ese amigo enfermo…
3.-Dejar de adorar el dinero y malgastarlo en cibercompras –o lo que sea- que luego dejamos aparcadas en un cajón.
4.-Dejar de creernos el ombligo del  mundo, seguro que alguna vez estamos equivocados. La humildad es una gran virtud.
5.-Aprender a escuchar. Haremos muy feliz a nuestro interlocutor.
6.- Ser más respetuoso con los demás conductores, que los atascos son para todos y todos tenemos prisa.
7.- Ser más cariñosos con los mayores. Reconocer que su experiencia es un grado.
8.- Ser más generoso cuando nos cruzamos con los desfavorecidos: los ‘sintecho’, aquellos que nos piden unas monedas en los semáforos, los músicos del metro, los desfavorecidos de nuestro día a día.
Y así, unas cuantas acciones más que sin duda devolverían al mundo unos cuantos valores que de un tiempo a esta parte hemos perdido.

martes, 21 de diciembre de 2010

Estado aconfesional; Navidad para todos

Resulta que todos estamos deseando que lleguen las vacaciones de Navidad.
Pero creo que este estado aconfesional que nos ocupa debería cambiar el nombre de estas vacaciones y poner cualquier otra cosa más aséptica. También las podría suprimir ya que la mayoría de la gente no debería tener reparo en trabajar el 25 de diciembre o el 6 de enero, teniendo en cuenta que sólo son fiestas para los cristianos. Podríamos conformarnos con librar el 1 de enero para congratularnos que llega un nuevo año.
 
Sin embargo, cuando llega este tiempo nos damos cuenta de que no somos tan aconfesionales porque los ayuntamientos siguen engalanando las calles con motivos navideños, los ciudadanos seguimos reuniéndonos en familia para cenar el 24 de diciembre, porque seguimos poniendo el belén en nuestras casa y porque seguimos soñando con los regalos de Reyes… ¿De verdad que somos aconfesionales?

Yo creo que no. Me temo que es más una moda o una forma como otra cualquiera de hacerse el progre. Pero si lo somos o nuestro gobierno pretende que lo seamos entonces pecamos de incongruentes. Y si no queremos renunciar a la Navidad entonces también deberíamos comenzar a celebrar cualquier otra fiesta religiosa de cualquiera de las muchas comunidades que viven en nuestro país.

domingo, 12 de diciembre de 2010

La fábula del presidente más listo

Durante unos días he mantenido una encuesta en este blog en la que os preguntaba cual es vuestra principal preocupación en estos tiempos. Las opciones eran: el paro, la crisis de valores, que los políticos no estén a la altura o el futuro de los hijos. El 80% de los que votasteis afirmabais que lo más preocupante es la incapacidad de los políticos para gobernar.  
Estos resultados me recuerdan una fábula que leí hace tiempo y que os voy a contar.
En un país remoto todos los miembros del Ejecutivo tenían carrera universitaria, como la tenían también todo aquel que pretendía formar parte del Congreso y del Senado. Entre todos los aspirantes a presidente del Gobierno, que además debía superar los 40 años de edad, llegaba a gobernar el que disponía del más brillante expediente académico. También era imprescindible que dominase al menos dos idiomas además de su lengua materna. A su vez, el presidente del Gobierno elegía su gabinete entre los mejores economistas, abogados, médicos, ingenieros, juristas… para cada uno de los ministerios. Cuando acababa su mandato, el presidente no se retiraba sino que pasaba a formar parte de un consejo de sabios que ayudaba al nuevo presidente a dirigir el país. Y esto mismo también servía para los gobernantes de ayuntamiento y otras comunidades…
Y os preguntaréis y los ciudadanos ¿no votan? Podría deciros que para qué, si tienen los mejores en el Gobierno. Pero, sí, sí que votan, no para elegir a los políticos, como veis, sino para aprobar o rechazar las nuevas leyes (al menos las principales), los presupuestos de cada año… o para decidir algunas cuestiones de política exterior como por ejemplo si se hace o no una guerra o se entra en tal o cual organismo… Y además también se oye su voz, cuando cada cuatro años acude a las urnas para aprobar o suspender la gestión del gobierno.  
¿Políticamente incorrecto? Puede. Pero desde luego si mi humilde encuesta se hubiera hecho en ese remoto país no hubiera ganado la tercera opción, la de que lo que más nos preocupa es la incapacidad de nuestros políticos.   

viernes, 10 de diciembre de 2010

Que nadie me despierte del sueño del Mundial

Qué triste esto de Marta Domínguez. ¿Cuánto engaño hay detrás de nuestros deportistas? Quiero pensar que son unos pocos, que son el garbanzo negro… pero que pena. Por favor, que nadie nos despierte de sueños como el del Mundial de fútbol, el de Fernando Alonso, el de Nadal, el de Gasol… Que alguien nos despierte de la pesadilla de Contador o, ahora, de esta de Marta.