martes, 21 de diciembre de 2010

Estado aconfesional; Navidad para todos

Resulta que todos estamos deseando que lleguen las vacaciones de Navidad.
Pero creo que este estado aconfesional que nos ocupa debería cambiar el nombre de estas vacaciones y poner cualquier otra cosa más aséptica. También las podría suprimir ya que la mayoría de la gente no debería tener reparo en trabajar el 25 de diciembre o el 6 de enero, teniendo en cuenta que sólo son fiestas para los cristianos. Podríamos conformarnos con librar el 1 de enero para congratularnos que llega un nuevo año.
 
Sin embargo, cuando llega este tiempo nos damos cuenta de que no somos tan aconfesionales porque los ayuntamientos siguen engalanando las calles con motivos navideños, los ciudadanos seguimos reuniéndonos en familia para cenar el 24 de diciembre, porque seguimos poniendo el belén en nuestras casa y porque seguimos soñando con los regalos de Reyes… ¿De verdad que somos aconfesionales?

Yo creo que no. Me temo que es más una moda o una forma como otra cualquiera de hacerse el progre. Pero si lo somos o nuestro gobierno pretende que lo seamos entonces pecamos de incongruentes. Y si no queremos renunciar a la Navidad entonces también deberíamos comenzar a celebrar cualquier otra fiesta religiosa de cualquiera de las muchas comunidades que viven en nuestro país.