sábado, 5 de noviembre de 2016

Morir a los 12 años por ingesta de alcohol, ¿qué miedo empieza a dar esta sociedad nuestra?

Leo en los periódicos que no es momento de buscar culpables sino de dar soluciones para que no vuelva a ocurrir. Me refiero a la muerte de la niña de doce años tras un coma etílico. No estoy de acuerdo.

Creo que sí hay que buscar culpables porque hay muchos, por no decir que lo somos todos. Los directos y los indirectos: Los primeros, sin duda son los padres. Tan ocupados estamos que no nos damos cuenta de qué sucede con nuestros hijos (en este caso parece que no era la primera vez que la preadolescente volvía a su casa en estado de embriaguez).

Pero, ¿y el adulto que ayudó a esos niños a comprar el alcohol? y ¿el establecimiento que se saltó la ley? Aquí, también hay que actuar. Y depurar responsabilidades. No es una anécdota.

Sin embargo, la lista de culpables no queda ahí: ¿y esta cultura que ve en beber alcohol una manifestación de madurez y de glamur?, ¿y esta sociedad que sigue fomentando la ingesta de drogas a las que llama legales? Igual, aquí todos tenemos algo que reprocharnos.

Hemos llegado a un bucle muy duro en este asunto. Desde las administraciones se sigue permitiendo el alcohol y el tabaco bajo la disculpa de que alrededor hay muchos puestos de trabajo. Pero eso no es tan cierto como lo pintan. También hay muchos intereses, muchos impuestos que cobrar, mucho dinero que repartirse. No sirven ya las leyes restrictivas –en España no son  tan fuertes como deberían ser-, hay que buscar nuevas fórmulas.

Y la primera de ellas es la concienciación social. Hay que trabajar en los colegios (enseñar a los niños desde temprana edad los peligros del alcohol), pero también hay que dar buen ejemplo en las familias (ese padre o esa madre que se toma el gin-tonic delante de sus hijos menores o esas celebraciones en las que si no hay alcohol parecen descafeinadas no son buenas consejeras).

Hay que implicar a los medios de comunicación y a la industria del entretenimiento (esas películas en la que el protagonista ahoga sus penas en un vaso de alcohol. Estoy harta de verlas y no precisamente en cine de adultos. Esas discotecas que cobran el refresco al mismo precio que la bebida alcohólica).


Los medios son potentes vías para crear tendencias y tienen mucha responsabilidad. Una responsabilidad que no pueden dejar de lado porque a la postre ellos son el espejo donde nos miramos todos y mucho más los niños, inmaduros per se y esponjas muy pero que muy absorbentes.