lunes, 17 de octubre de 2016

Bodas sin niños, la última moda

Últimamente estoy oyendo muchas cosas sobre la moda de prohibir la entrada de los niños a ciertos lugares.

Ya hace tiempo que en algunos hoteles se limita su alojamiento. Normalmente, se permiten los niños mayores de 12 años pero bajo la estricta mirada de sus padres. También los restaurantes se han sumado a la moda y, la verdad, no me extraña. Yo ya soy de esos que evito entrar en un local donde la presencia de niños sea grande.

Pues bien, lo último ha sido lo de que te inviten a una boda sin niños.

La verdad es que este es un controvertido tema y hay opiniones para todos los gustos.

El origen de esa nueva moda de prohibición tiene que ver con lo mal que se portan algunos pequeños en locales públicos.

Algunos de vosotros podéis criticarme (por favor da vuestra opinión si queréis aquí) y me podéis decir que no se portan mal, que "los niños son niños".
Pero yo me pregunto, ¿dónde está la frontera entre el juego de los niños y el molestar a los demás? ¿Dónde termina su libertad para correr y gritar en los locales públicos? Pues, claro, donde empieza la del resto de personas de pasan o están en el mismo lugar. Obvio.

Desde hace pocos años es muy común ver a los niños correr, gritar, jugar... entre las mesas cuando estás en un restaurante. ¿Eso es ser niño? Pues no, perdonadme, pero creo que en los locales públicos los niños también deben respetar el espacio de los demás. Y los padres deben así exigirlo.

Yo soy madre, y os aseguro que cuando mi hija era pequeña nunca se levantó de la mesa en un restaurante hasta que no lo hacían los adultos. Siempre procurábamos llevar con nosotros algún juego de pinturas y papel para dibujar, algún juguete o cualquier cosa que pudiera entretenerla hasta la hora de marchar. Pero, eso de correr, levantarse mil y una vez para ir la baño, o chillar en público, simplemente, no entraba en nuestro esquemas. No es que yo sea una madre modelo, sencillamente es que antes (hace 15 años, no mucho más) eso era así.

¿Ahora qué pasa?  Desde luego, algo. Porque si no, nunca se hubiera extendido la prohibición en algunos locales de llevar niños. Los pequeños no son perritos que no comprenden y pueden ensuciar el piso, son personas a las que hay que enseñar y educar. No, no, la culpa, desde luego, no es de ellos. ¿Y sus padres? Por favor, que lo piensen un poco más antes de dejarles actuar.

Gracias por leerme.