viernes, 22 de febrero de 2013

Si te ha picado el pajarillo de twitter o te ha devorado la araña de la red…

Desde que me he apuntado al curso de Community Manager estoy que no paro. Definitivamente, la red me ha engullido, esa araña que campea a sus anchas por el ciberespacio me ha atrapado y me mantiene día y noche (casi, –menos mal que hay que dormir-) pegada al ordenador lanzando mi página por esos mundos de Dios, o de quién sea, porque tal y como se están poniendo las cosas, esto de las redes sociales más parece cosa del demonio que del azul del cielo aunque el pajarillo de Twitter se haya vestido de celeste para engancharnos, como un querubín desterrado.



Decía que me paso el día buscando palabras claves para posicionar mejor mis mensajes, twitteando y retwitteando, en el Facebook, en Google+, en los debates de Linkedin. Tengo el correo que parece que tiene una indigestión de la vomitona que me lanza cada día. Miedo me da abrirlo porque la curiosidad me pierde y leo cada uno de las docenas de mensajes que me animan a participar en tal o cual debate. Y, a veces incluso, pico y contesto. Mi ordenador ya se ha pasado de vueltas y empieza a tener más kilómetros que la maleta de Willy Fog.

Y…. Una idea me empieza a rondar por la cabeza como un nubarrón tapa ese azul celeste del firmamento, ¿qué va a pasar cuando me vaya de vacaciones? o, simplemente, ¿cuándo me coja un gripazo? Porque ya empiezo a no tener ni sábados ni domingos. Estoy en el cine y me pongo a mirar las redes sociales por si hay algo de interés, me voy de comprar y estoy deseando volver a casa para hacer algún post y colgarlo. Me duermo y en mi cabeza aparecen miles de parjarillos azules, retwiteos, likes… y demás todos enredados en una sedosa tela que ocupa todo mi tiempo y todo mi espacio.

¿Y esto cómo se para? Me despierto, gritando. Por favor, que alguien invente un dispositivo que vuele a nuestro alrededor con las últimas noticias, con los mensajes, con los hashtags más interesantes, con los trending topic más actuales… para que podamos usar las dos manos para comer, para conducir, para abrazar… O, mejor aún, que alguien invente algo para que se vayan almacenando en nuestro cerebro toda esa información, como si tal cosa, como aquello que decían en el colegio de que si te ponías una grabación con las lecciones mientras dormías, al día siguiente te las sabrías de memoria. ¿No sería mejor?

Quizá deberíamos tomar pastillas de información. Veamos, las de color blanco para conocer nuestros e-mails, las azules para redes sociales, las verdes para información meteorológica, la negras… para sucesos, claro, y así de todos los colores. De esta forma, seríamos libres de elegir qué queríamos saber. Porque ahora te atiborran a información, de la buena y de la mala, de lo que sea, y tú, contento porque te sientes importante por recibir tantas cosas, te pones como un gocho con todo lo que te entra por el smarphone y tan feliz.

Otro día escribiré cómo sacamos nuestro lado más infantil, más primitivo, cuando nos alegra tanto ir acumulando contactos, amigos… en nuestras páginas sociales. Da igual quienes sean, lo importante es que son números que suman y nos sentimos como reyes con “un imperio donde nunca se pone el sol” con tanto amigo/desconocido aunque en la mayoría de las ocasiones ni nos acordemos de sus cara.