Uno de los sectores que más está sufriendo los rigores de la crisis es el
del periodismo. Pero no lo hace únicamente, como el resto, por problemas de
'dineros', no. La empresa periodística, con crisis o sin ella, se enfrenta a su
propia transformación, un cambio que la mayoría de medios están tardando
demasiado en afrontar.
La vieja escuela ya no sirve. El periodista ya no es solo el emisor, ahora
también es el receptor, gracias a las redes sociales y a internet. Y el lector
tampoco es sólo el receptor también es columnista, informador, crítico...
Sin embargo, esto es un arma de doble filo. Por un lado, la información
corre mucho más deprisa, ya todos lo sabemos todo con un solo click. Pero, ya
se sabe que la cantidad es enemiga de la calidad. Entonces, ¿dónde se ha
quedado el rigor?
Quizá esta es la cuestión y el campo de batalla del nuevo periodismo. Periodistas
con carrera que marquen las pautas en foros y redes sociales... para que este
saco sin fondo de información al que nos empieza a acostumbrar la red no nos
engulla y perdamos la perspectiva. Sería muy, pero que muy, peligroso.