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DE INTERNET, EL MÓVIL Y OTROS MONSTRUOS

TABLETAS Y SMARTPHONES...VUELVE EL HOMBRE ORQUESTA


El ser humano está desarrollando una gran capacidad para hacer varias cosas a la vez gracias a las nuevas herramientas que nos pone en las manos la comunicación. Hay que ver como somos capaces de twittear con nuestro smartphone al tiempo que comentamos en la red social de turno lo que estamos viendo en la tele o lo que acabamos de leer en el periódico del iPad.
 
Que alguien se vaya planteando que lo de prestar atención a un solo tema, desde luego, ya se ha acabado. Es que éramos de un aburrido.

POR UNOS SMARTPHONES SOCIALIZADOS; iPHONES Y APPS PARA TODOS




A mí me gustaría que Appel, o quien sea, popularizara ya de verdad su gran batería de inventos y de gadgets y que los mandamases políticos los incorporaran gratuitamente a la vida de los ciudadanos.
Me explico, no sólo me gustaría tener un panel de mandos en cualquier lugar de mi casa: en el tablero de la mesa, en la puerta del refrigerador, en la tapa del WC…, sino que también me gustaría que a estos paneles que tanto te facilitan la vida se pudiera acceder de forma gratuita desde las marquesinas del autobús, desde las ventanillas del metro, desde los escaparates de las tiendas… ¿Os imagináis lo que sería que en cualquier momento y en cualquier lugar pudiéramos ordenar a nuestro frigorífico o a nuestra despensa que nos haga la compra, por ejemplo? O que mientras esperamos a que se invente la teletransportación, y no tenemos más remedio que esperar el autobús, pudiéramos hacernos un chequeo virtual, o programar los chips de nuestros hijos para que se vayan directos a casa al salir del colegio…
Y es que mira que somos individualistas. Con lo que pesan los smartphones personales, con lo que supone que se pierda, con la lata que es recargar su batería… Y lo cómodo que sería para todos socializar este gran invento. Lo mismo en alguna parte del Planeta ya existe algo así y si no, seguro, no tardará. Pero que sea pronto, por favor.

ATRAPADA EN MI RED SOCIAL

Las redes sociales se inventaron para que todos los amigos estuvieran conectados, para que ese grupo de conocidos compartira al minuto sus ideas, eventos, alegrías, tristezas, ambiciones, chorradas... Pero, ¡ay de tí si caes en las redes de tu propia red social!
Eso es lo que me ha pasado a mi. Yo quería conectarme con mi grupo de amigo y por eso me hice de una de las más populares, pero cuando ya tenía agregados a mis 10 mejores amigos empecé a recibir invitaciones de algunos conocidos, del trabajo, de clase de inglés, del bareto... luego amigos de mis amigos, luego conocidos de mis conocidos... y yo, presa de 'avaricia amigil' me sentía como George Clooney en la película 'Up in the air', esa en la que debía viajar mucho para despedir a gente de las grandes empresas de todo el país, pero que en el fondo lo único que perseguía era acumular millas y más millas para que la compañía aérea le diera la tarjeta de platino y poder viajar así gratis mil y una vez. Y digo que me sentía así, porque después de aceptar y pedir amigos por doquier lo único que ya me importaba no era compartir nada con mis amigos sino sumar y sumar amigos para poder presumir....
Y todo hasta que llegó el día en que al abrir mi página del Facebook me daba cuenta que todos los comentarios que había eran de desconocidos que decían cosas desconocidas para mí o me enseñaban fotos de gente que yo no conocía en las más curiosas poses.
En ese momento comprendí que tenía enterrados a mis amigos, a mis 10 verdaderos amigos, entre una montaña de supuestos amigos que para lo único que servían era para acercarme cada día más al libro de lo récords.
Entonces, me quise borrar de mi red social... y volver al móvil, sin importarme lo que eso me iba a costar, pero no lo conseguí. Sí pude volver al móvil pero nunca, nunca... me pude borrar de la red social. A veces, lo confieso, miro a hurtadillas y allí encuentro a toda esa gente que se asoma a mi ventana y me enseña sus interioridades. Me siento como un pez, quiero salir de la red.

TELEFÓNICA Y VODAFONE, ENTRE BOMBEROS NO NOS PISEMOS LA MANGUERA

¿Por qué cuando vas a una tienda de una de las grandes compañías de telefonía móvil tienes que esperar una hora a que te atiendan, luego llega una señorita a la que le explicas lo que quieres, te mira como si le estuvieras hablando en ruso y se pone a consultar con su compañero que tiene al lado que tampoco tiene ni idea de lo que le estás pidiendo?
En el mejor de los casos, mientras le estás consultando tus dudas o lo que deseas, te deja con un lacónico 'un momento' y se pone a ayudar a su compañero que tampoco se hace con los mandos de lo que quiere el cliente que tiene enfrente.
¿Por qué es tan difícil entender lo que te ofrecen las compañías de telefonía móvil?
Lo mejor de todo es que en sus contratos ya no tienen ni letra pequeña, porque la 'letra grande' es tan enrevesada de leer que ni el más ducho en la materia se va a enterar de lo que está firmando.
La verdad es que no son tan rivales como quieren parecer. Todo lo contrario. 'Entre bomberos no nos pisemos la manguera'.